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Los padres de María José (Rentería, 1973) y María del Mar Gil Rubio (Rentería, 1977) emigraron del pueblo cacereño de La Cumbre al País Vasco. ... Su padre aprendió allí el oficio de escayolista y regresaron a Cáceres, donde fundó la empresa Escayolas Paco. Su hijo, también Paco, empezó a trabajar en la empresa y las hijas estudiaron Humanidades (Mar) y Filología Inglesa (María José). Decidieron en 1999 abrir la librería Pléyades en un local que tenía su padre en la calle Médico Sorapán, pero estaba entre tres institutos y era más papelería que librería, así que se trasladaron a las galerías comerciales de Cánovas, donde han ocupado varios locales hasta llegar al actual, que parece definitivo.
–¿Un negocio romántico?
–Los negocios han de tener ganancias y en nuestras familias todos somos autónomos. Es verdad que tiene una parte bonita: conocer nuevos autores, descubrir nuevas tendencias, acudir a eventos como la entrega del Planeta, pero se echan muchas horas. Y no podemos leer aquí, leemos en casa. Nuestra idea era tener una librería exclusivamente de idiomas, pero la inversión inicial era grande, no sabíamos cómo nos iba a ir. Ahora, además de otras muchas secciones, tenemos libros y material complementario de inglés, francés y portugués y algo de alemán, italiano, chino y japonés.
–¿Se lee más?
–El momento de más lectura fue tras la pandemia. Hubo gente que descubrió la lectura y le gustó. El número de lectores ha subido mucho. En Cáceres hay unas 15 librerías. Los padres se preocupan de que sus hijos tengan libros desde que son bebés. Hemos conocido clientas que compraban libros estando embarazadas. Sus hijas hicieron la carrera y siguieron comprando libros y ahora vienen los nietos. No hemos sufrido crisis, hemos ido creciendo poco a poco y este local es ya el remate.
–Si leen esas, decía Baroja.
–Tenemos más mujeres clientas que hombres. La lectura juvenil atrae sobre todo a chicas. Vienen en grupo, comentan las novedades. El bono cultural ha hecho que muchos jóvenes se acerquen a las librerías y descubran la lectura.
–¿El libro electrónico?
–A los lectores con problemas de visión, les viene bien, pero ese miedo que teníamos de que bajara el número de lectores en papel no se ha hecho realidad. Es como las series, tienes tantas que haces zapping y no las ves o como el periódico digital, que solo leemos los titulares y nos quedamos en eso.
–¿La polarización?
–Nosotras no nos cerramos a ningún tipo de libros, editorial ni ideas. En la sección de historia y ensayo, se encuentran autores de todos los colores.
–¿Autoedición?
–Muchos autores de Cáceres se autoeditan sus libros, los traen y nosotras encantadas. Unos están mejor corregidos que otros, pero también pasa en las grandes editoriales. La traducción y la corrección son fundamentales. He dejado de leer y recomendar más de un libro por las faltas de ortografía. Los traductores y los correctores son fundamentales en la edición.
–¿Ladrones de libros?
–Que sepamos, no hay. En la Feria del Libro de Cáceres sí que hay una señora que los roba, pero todos la conocemos y cuando llega, alguien se pone detrás hasta que ella se da cuenta de que la tenemos localizada.
–¿El premio?
–Nos lo ha entregado la Asociación de Empresarios de Cáceres (Aeca). Al dárnoslo, dijeron que representábamos todo lo bueno del comercio local: compromiso, resistencia, cultura y cercanía. Es muy satisfactorio ver cómo tu sueño crece.
–Les dicen Las Niñas
–Empezaron los demás libreros y los clientes al principio y algunos nos siguen llamando Las Niñas con cariño.
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