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Juan Fernando Dávila Nieto tiene ahora cuatro hectáreas defrutales. Hace seis años contaba con 19. Otros fruticultores de las Vegas del Guadiana ha ... acometido un reajuste incluso más severo, eliminando la totalidad del terreno que tenían para nectarinas o ciruelas para poner en su lugar olivar intensivo o superintensivo. El caso de este agricultor de Villanueva de la Serena ejemplifica cómo desde 2019 se ha reducido la superficie destinada a frutales en Extremadura en algo más de 4.300 hectáreas. Un 20% de terreno.
La rentabilidad manda. Y bajo ese concepto tan genérico se incluye, sobre todo, el de la mano de obra. Las dificultades para encontrar cuadrillas estables para la poda, el entresaque y la recolección de la fruta más los costes que eso supone han empujado a muchos a cambiar de cultivo.
Con el olivar en seto cada vez más implantado en las tierras más fértiles de Extremadura se acaba de un plumazo los problemas de jornaleros porque mandan las cosechadoras. Y aunque se tratan de inversiones fuertes, compensa. Al menos hasta ahora.
«Llevamos dos años de campaña de la fruta con unos precios buenos, pero antes han sido malos y las dificultades de la mano de obra siempre están aquí», relata Dávila, de 52 años, que desde 2018 se ha ido desprendiendo de hectáreas de frutales. Primero, de las ocho que cosechaba en arriendo. Ahora, tiene once en propiedad, de las que siete son para olivar superintensivo y cuatro para la fruta.
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«No sé cuándo, pero acabaré quitando las cuatro hectáreas de frutales que aún cosecho. No tengo relevo en la explotación y uno va cumpliendo años y lo que buscamos es más comodidad y rentabilidad», relata a HOY mientras este viernes cogía nectarinas en una parcela próxima a Valdivia, en el término municipal villanovense.
En 2019, con datos de la Consejería de Agricultura del registro de explotaciones agrarias, se contaban 21.699,07 hectáreas de frutales (en las que se no incluyen almendros). Un año después la cifra bajó a 20.907,02.
En los dos siguientes años, 2021 y 2022, hubo un repunte (21.122,54 y 21.204,59 hectáreas) pero en 2024 volvió a desplomarse la superficie. Cayó a las 17.280,14 hectáreas. En este 2025 ha vuelto a subir ligeramente: 17.390,93.
«El sector de la fruta está estabilizado ahora en cuanto a superficie. El gran recorte llegó antes. Aunque hay frutales como en el de la cereza que han subido, en otros como en el de la ciruela, en el que somos los productores principales de Europa, han caído bastante. Y eso no va a cambiar», expresa Miguel Ángel Gómez-Cardoso, gerente de la Asociación de Fruticultores de Extremadura (Afruex).
«El que se va de la fruta no vuelve. El pequeño-mediano fruticultor que quita hectáreas de este cultivo ya nunca lo volverá a poner», sentencia Francisco Plaza, presidente de la cooperativa San Isidro de Villanueva de la Serena y fruticultor «de toda la vida. Pero de esos vamos quedando cada vez menos».
«El asunto de la mano de obra es fundamental para que la gente vaya quitando frutales. No es el único, pero es muy importante», agrega Juan Fernando Dávila.
Francisco Plaza
Fruticultor
«No es que tengas problemas para encontrar a gente para las cuadrillas, que también. Es que tienes problemas para encontrar a gente profesionalizada para la poda o el entresaque», incide el fruticultor villanovense. «Y los que tenemos pocas hectáreas lo sufrimos más porque si acaso la gente elige trabajar en explotaciones grandes, donde tienen muchas horas de trabajo posible», expresa a este diario.
Además, Dávila incide que los fruticultores han ido perdiendo productos fitosanitarios que tenían buenos efectos, y «nos autorizan ahora otros menos buenos y eso es otra cosa más a tener en cuenta para no seguir».
La caída de la superficie de frutales en Extremadura no ha tenido una incidencia definitiva en el precio que puedan recibir los productores en la región. Es la competencia de otros productores nacionales y sobre todo de otros países los que condicionan los precios.
«Hemos perdido 4.300 hectáreas sobre el dato de 2019 pero eso no explica que hayan subido los precios en los dos últimos años. Porque justo antes fueron peores. La clave es el contexto nacional e internacional», refrenda Gómez-Cardoso, de Afruex.
«Mucha gente se ha puesto ahora a poner olivar intensivo y superintensivo. Y no solo por los precios, porque pagar nueve euros por kilo de aceituna es una barbaridad y es muy difícil que se vuelvan a pagar. Ahora están por los tres y pico, más normal. Pero te quitas mucho jaleo de mano de obra y eso es fundamental», concluye Juan Fernando Dávila.
A la hora de hablar de frutales hay que hacer una mención especial al almendro. Su caso es realmente excepcional porque, junto al olivar intensivo y superintensivo, son los árboles que más hectáreas han ido copado en Extremadura en época reciente. Antes apenas había almendro y su presencia se circunscribía básicamente a terreno de secano. Ahora se han expandido sobre todo por el regadío. Según datos ofrecidos a HOY por la Junta de Extremadura, en este año se contabilizan 22.401,32 hectáreas de almendro. Esto es, más que el conjunto de del resto de frutales. Son 831,63 hectáreas más que el año pasado, 12.512 más que las cifradas en el año 2019.
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