El crimen por avaricia de la calle Comedias
Crónica negra ·
1879. Una mujer se hizo amiga de una anciana ciega, la invitó a comer y con otros cómplices la asesinaron para buscar sus ahorros escondidos, fue en la actual calle Donoso Cortés (Badajoz)La calle Donoso Cortés, en Badajoz, es una de las que flanquea el Ayuntamiento. Antes tenía otro nombre porque en 1699 se construyó allí el corral de Comedias de la ciudad. Era, por tanto, la calle Comedias, y esta denominación provocó que fuese aún más siniestro el crimen que tuvo lugar allí en 1879. La avaricia provocó que una anciana ciega muriese asfixiada mientras le introducían garbanzos por la nariz.
En la madrugada del 7 de mayo apareció un cuerpo en el zaguán del número 20 de la calle Comedias. Era el de María Ascensión, una anciana ciega que vestía con ropas muy pobres y estaba descalza. Tenía una cuerda alrededor del cuello y la autopsia reveló que varias personas habían participado en su muerte por estrangulamiento y asfixia. La policía encontró su casa desvalijada.
La anciana ciega vivía de la caridad, pero en el barrio corría el rumor de que tenía dinero escondido. Una mujer comenzó a invitarla a comer a su casa. Según los testigos, la trataba muy bien, pero le daba un nombre falso para que no supiese quién era. No terminó bien.
El 6 de mayo, según se supo después, la invitó a comer. En la casa, además de la propietaria y su hijo, había otros tres hombres. La llevaron a una habitación, le rodearon el cuello con un cordel y apretaron mientras le metían garbanzos por la nariz. Luego cogieron su llave y se llevaron el pequeño tesoro que guardaba y sus mejores ropas.
La investigación localizó la casa donde sucedieron los hechos porque estaba a solo cinco números de dónde se encontró el cadáver. Encontraron los zapatos de la víctima en un desván y la llave de su casa escondida entre los pechos de la dueña de esta vivienda.
Fueron procesadas cinco personas. Melchora B., apodada 'Santos' y su hijo J. B. También G. H. y J. R. R., dos vecinos de Talavera la Real que solían alojarse en casa de la primera, y J. C. alias 'Cascao', un delincuente habitual que huyó antes del juicio y fue condenado en rebeldía.
En una época sin maratones de sucesos en televisión, ni Twitter ni Facebook, este siniestro hecho dio la vuelta a España. La Voz Montañesa, un periódico de Santander, comentó:«Da horror registrar la prensa tanto de Madrid como de provincias (...) no se encuentran más que crímenes de todas clases y desgracias a montones». Se refería al asesinato de María Ascensión y reflexionaba este periódico:«¿Qué dirán de nosotros en el extranjero al ver la estadística de criminalidad en este país?».
En Badajoz también fue muy sonado. Prueba de ello es que el periódico 'La Crónica' publicó la sentencia íntegra a pesar de imprimir a diario solo cuatro hojas ¿Cómo lo hizo? Fue transcribiendo el fallo durante 10 días a modo de folletín.
Les juzgaron siete meses después de la muerte. Llama la atención cómo se describía a los procesados en el siglo XIX. En la sentencia el juez no solo pone su nombre y su edad, sino su profesión, si saben leer o si tienen buena conducta. Así la mujer, 'Santos', no sabía leer y era «una planchadora, sin instrucción, soltera y de mala conducta» mientras que G. H. era «viudo, tabernero, instruido y de buena conducta».
La testigo fundamental en el juicio fue la mujer del 'Cascao'. Se había separado de su esposo porque la maltrataba, pero aceptó pasar con el unos días en la casa de Melchora, alias 'Santos'. Allí acudió con su hijo pequeño, y además de su esposo, se encontró con los dos visitantes de Talavera la Real y la dueña de la vivienda y su hijo.
En el juicio relató que la anciana ciega iba a comer a la casa a diario y que 'Santos' la trataba con «cierta solicitud y agasajos». Vio a María Asunción el día seis, pero se marchó por la tarde y al volver no estaba. Cuando se dispuso a acostar a su hijo en una habitación, su marido le dijo que no lo hiciese porque dentro había un cadáver. Añadió que todo el grupo se fue a comprar «unos peces y unos preparados» para cenar a modo de celebración, excepto ella que no pudo por el sobresalto.
La testigo relató que, de noche cerrada, los hombres fueron a la casa de la anciana y volvieron con prendas de buena calidad y 200 duros. En la actualidad equivaldrían al sueldo anual de una persona con una buena nómina. Se lo repartieron y se llevaron el cuerpo, que dejaron a solo unos portales de allí.
Este relato lo cambió todo porque Melchora y su hijo decidieron hablar. Explicaron que estando en su casa los dos visitantes de Talavera y 'Cascao' se llevaron a la ciega a una habitación. «Uno sacó un cordel y con eso dijo que bastaría». Solo negaron haberse quedado parte del dinero. Aunque dos de los acusados confesaron, los otros dos procesados (ya que el 'Cascao' estaba huido) negaron su participación. De hecho, dijeron que ni siquiera habían estado ese día en la casa de Melchora.

Pena de muerte
El llamado entonces 'Promotor fiscal' repasó los testimonios acusatorios, las pruebas de la violencia de varias personas establecidas por la autopsia y el hecho de que los zapatos de la ciega se encontraron en la casa donde todo indicaba que fue asesinada. Pidió la pena de muerte para los cuatro.
El tribunal decidió condenar a los dos hombres de Talavera a la pena capital, pero a la madre y al hijo a cadena perpetua porque consideró que tenían miedo a los dos anteriores y por eso participaron.
El proceso, sin embargo, no terminó. En 1880 los condenados lograron que se repitiese el juicio, en ese caso en la Audiencia de Cáceres. Les salió mal y los cuatro acabaron con condenas a pena capital.
Era 1881 y el debate sobre la pena de muerte estaba muy activo y el caso de los cuatro condenados por el asesinato de la ciega llegó al Consejo de Ministros. Los diputados de Badajoz se entrevistaron con el entonces presidente del consejo, Antonio Cánovas del Castillo, que fue asesinado unos años después por un anarquista.
Finalmente G. H. y J. R. R. fueron ejecutados por garrote vil en Badajoz y en público, de lo que la prensa se lamentó por convertirlo en espectáculo. La madre y su hijo se salvaron en un recurso posterior aunque sufrieron reclusión perpetua.
El crimen de la calle Comedias no se olvidó durante años y de vez en cuando surgían rumores de la detención del quinto implicado y la prensa los desmentía. Pero sí, lo cogieron. Diez años después volvió de Francia, donde se había refugiado, y lo encarcelaron pendiente de su pena de muerte. No llegó a ser ejecutado, lo indultaron tras una larga condena.
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